EL VATICANO AUTORIZA LA BEATIFICACIÓN DE ENRIQUE ANGELELLI.

Vatican Insider 10/05/2015

Se concedió en breve tiempo el “nihil obstat” de la Santa Sede al proceso para reconocer elmartirio del obispo argentino asesinado por los militares en un falso “accidente automovilístico”

Gianni Valente (Roma)

A 30 años de la muerte, se abre oficialmente recién ahora el camino a los Monseñor Angelellialtares para la canonización de Enrique Angelelli, obispo argentino de La Rioja. Lo escribe Stefania Falasca en el diario Avvenire, aludiendo a que la causa de canonización que podría declararlo beato fue introducida pro martirio in odium fidei (mártir por odio a la fe), después de que en julio del año pasado el proceso penal desarrollado por el tribunal de La Rioja estableció que la muerte de Angelelli no fue causada por un accidente automovilístico – versión sostenida desde el inicio también en algunos sectores eclesiásticos – sino que fue un «homicidio premeditado actuado en el cuadro del terrorismo de Estado», en tiempos de la dictadura militar argentina.

Después del retraso en los tiempos de confirmación de la verdad procesual – incluso intentando embarrar la cancha – el pedido de introducción de la causa de canonización por martirio fue sometida a la Santa Sede por la diócesis de La Rioja recién hace tres meses, el 7 de enero pasado. El “nihil obstat” – revela Falasca – fue concedido por la Congregación para la Causa de los santos en tiempo sorprendentemente breve, el 21 de abril pasado.

Enrique Angelelli, testigo de la Iglesia del Concilio Vaticano II, es el primer obispo asesinado por las dictaduras latinoamericanas. Su situación se inserta en las violentas persecuciones padecidas por la Iglesia de América Latina en las décadas ’70-’80. Hijo de inmigrantes italianos, Angelelli ya de obispo auxiliar de Córdoba debió afrontar el ostracismo de ambientes eclesiales más reaccionarios. Participó en el Vaticano II y en 1968 Pablo VI lo nombró como obispo de La Rioja, una de las diócesis más pobres de la Argentina, actualmente en la región noroccidental del Nuevo Cuyo.

 

Jorge Mario Bergoglio conoció a Angelelli desde que fue rector del Colegio San Miguel: el obispo le envió algunos de sus seminaristas que estaban en la mira de los aparatos de la dictadura, pidiéndole que los protegiera. En junio de 1973 Bergoglio y otros consultores de la Compañía fueron a La Rioja para un retiro espiritual, durante el cual se verificó un ataque de un grupo sedicioso de los «Cruzados de la Fe», organizado por los propietarios de tierra. Ahí regresó dos meses más tarde, el 14 de agosto de 1973, como provincial de los jesuitas, acompañando en la visita el general de la Compañía de Jesús, padre Arrupe, preocupado por las agresiones en esa diócesis a religiosos y laicos. En agosto del 2006, en la celebración eucarística en la que se conmemoraban los 30 años de la muerte del obispo, el entonces cardenal arzobispo de Buenos Aires recordó a Angelelli como «un pastor enamorado de su gente que lo acompañaba en el camino, desde las periferias, geográficas y existenciales», describiendo también «las burlas que este pueblo y este pastor recibieron, simplemente por seguir el Evangelio… hombres y mujeres libres de compromisos, ambiciones, ideologías, por los cuales el Evangelio era el comentario de la propia vida». Bergoglio relató que conoció La Rioja «una Iglesia perseguida, en su totalidad, pueblo y pastor», incluso por medio «de los experimentados métodos de la desinformación, difamación y calumnias».

Marcelo Daniel Colombo, actual obispo de La Rioja pidió y obtuvo del Vaticano algunas cartas referidas a Angelelli, para presentar ante el tribunal civil que indagaba sobre la muerte del obispo. Esas cartas – declaró el obispo – «destacan claramente los términos del estado de persecución que existía en la Iglesia de La Rioja y las amenazas de muerte recibidas por Angelelli». Después de la sentencia del tribunal, que condenó a cadena perpetua a dos ex militares colaboradores del general Videla, reconocido como mandante del delito, el sucesor de Angelelli afirmó que «hoy ya no existen dudas del hecho que esta Iglesia particular vivió una persecución muy fuerte que se cobró la vida del obispo junto a otros sacerdotes y laicos. Como se dice: no hay peor ciego de quien no quiere ver. Si existen todavía, dentro y fuera de la Iglesia, personas que no quieren ver en la vida y en la muerte de monseñor Angelelli un signo heroico y elocuente de Dios hacia su pueblo, recemos por ellos».